
Y llovieron pétalos de rosa
cuando tus labios en los míos se posaron,
y una ráfaga de viento huracanado
despejó la niebla que en el jardín yacía.
Migra al alba la sequía en un requiebro
cuando el aguacero de tus besos
liba los labios míos hasta prenderlos,
palpita entonces mis raíces de granada,
me abro flor en la amalgama de tus yemas,
anidando sueños en las cuencas de los ojos.
Germinas mi vientre en arroyuelos
para que habite Siempreviva
en tus telúricas manos.
*