A veces soy pura contradicción, lo
sé.
¿Qué hacer? Si la noche está de
pronto
inundando todos los caminos.
Acallado el canto soy adobe en los
orígenes,
retozo en la costumbre de los
instantes,
me descuelgo sin heridas,
arropo los recuerdos, te arropo, sí,
y una tibieza me envuelve, infinita,
como el amor.
Como una fuente adormilada en su
goteo
sigue medrando el musgo -riego tinta
en los vacíos-
mis manos se crecen porque huele a
salitre,
el aire trae sabores que se perdieron
en el tiempo.
Descanso mis ojos en un poema
que suplica una tregua que amaine
este insomnio que me hace ser cruel
-a veces duele tener tu cuerpo cerca
del mío
y quisiera quererte menos-
Cómo ciega esta niebla cuando se
aquieta,
siento su belleza blanda deshacer el
barro
y necesito pedir perdón por todas las
caricias
que pudiera haber dejado olvidadas.
Pero estás dormido
la luna se ensancha y posa resplandores
sobre tu piel.
Ya no parece la luz tan confusa
ni la vida tan frágil si escucho la armonía
de tu calmo respirar.
Atardezco, se están resumiendo los
relojes,
suenan repiques que mudan tristezas
de ternura y de frío.
Nada se detiene, sigue lloviendo
vida.
*