
Beben los helechos del arroyo tendenciosos de su afecto,
para recordar la ternura que madura bajo el sol.
De las yerbas, la calima de un suspiro escarba en la humedad de la tierra,
mientras, algún mirlo vagabundo ronda los aljibes
y lleva en su pico miguitas de pan.
Si supieras que estoy soñando Umbelas entre el ramaje de las horas
-el agua, tu boca tibia, son una misma cosa-
Hermoso paisaje, tus manos solariegas desdoblando sonatas.
¿Era entonces el tiempo de los árboles?
¡Oh! se rinde la tarde en calmado azimut,
ya despiertan las estrellas, (cierra los ojos, vida mía)
porque tanta luz opaca su coruscar.
*