Cae la tarde,
podría morir en su horizonte silencioso,
cobijada en el abrazo de un viento
que me hace susurrar tu nombre
y estremecer los párpados.
Como alas,
tus manos espontáneas
dibujan mariposas que revolotean,
tan bellas, tus manos traviesas entre la yerba.
Cae la tarde y tú
-Luz inhabitada-
donde renacen todas las flores
y escampa la sed afásica del silencio.
Porque en tu a-mar descubro el sosiego del agua,
nadie apagará jamás tu sol en mis mareas vivas,
soy de tus olas, orilla.
¿Escuchas este trino de ave que anida en mi pecho?
Siempre me pasa con tu sonrisa grande,
con tu mirada de lago,
o tu revolución de armonía.
Tú, siempre tú, mi cierzo y mi nube,
eres el frescor de una brisa irrepetible,
y me enciendes el alba
y deseo la vida,
el amor… todavía.
*
Rosana Arbelo ( Nadie te ama más que yo)