miércoles, 23 de octubre de 2013

La tarde que te amé

*
Te llamé agua y viniste lloviendo,
y escribimos nuestros nombres en el tiempo.

Se llueve la tarde, te dije,  
y nos amamos en silencio,
como se ama el fuego cotidiano,
tú y yo prendiendo llamas
hasta que nos cubrió la noche
para cruzarnos como un río
y hacer navegables las pisadas.

Te ll-amé agua en la tarde
y las bocas se bebieron los vahos
ignorantes de toda desnudez,
gota y temblor en los tejados,
aguacero en el delta de los muslos.

Nos han calado arrugas en las sienes
temporales de azul y chaparrones,
así llueve la vida cuando se ama,
las cosas pequeñas, lo que duele,
y querer no morirse, no del todo,
o morir así, entre tus brazos.

Te llamé agua aquella tarde,
y hoy te digo ven, lluéveme,
aquieta este diluvio de pasiones.

*

4 comentarios:

  1. Hermosa tarde y todo un lujo de lluvia, conchaparrones así es fácil tocar el paraíso.

    Precioso poema.

    Besos

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    1. Gracias, Narci, sí, la lluvia siempre necesaria... un beso grande.

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  2. En estos temas del amor -tengo ya algunos años- suelo llevar paraguas. Pero, en tu honor, y en homenaje a tus versos, hoy saldré descubieto, a ver si me empapo.
    Abrazos, siempre

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    1. Es bueno llevar paraguas, por los por si acaso, pero sí, en ocasiones es muy sano dejarse empapar, gracias por tu bonito comentario, Amando, otro abrazo grande para ti.

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