martes, 15 de enero de 2013

Miel de lejanías


















Llegas con la memoria del invierno,
ciñes tu bufanda de noche tierna
 de un sutil cortejo llovido de ascetismo
al tiempo adormecido de la espera.
Vienes así, como llega la nieve,
silencioso, mordiendo los sentidos,
 traes miel de lejanías en los labios.
Sonríes, tu madurez rezuma el tiempo sin edad
y dominas como nadie el romanticismo.
Dices, que le has robado sonrisas a la luna
y las estrellas moquean de tristeza.
Hablas con la cadencia que acostumbras
de los besos que no encontraron remanso.
Me abrigo de tu pecho, como un mar delirante,
callada e ilusoria, cegada de ese amor que condensa tristeza,
suenan ráfagas los sueños, su belleza,
el derrame fragante de tu desnudo, su desbandada,
y sorbo de ese aire acicalado de ternura.
Te presentas renovado, es cierto, pero ya no me engañas,
 -no es que sea más sabia, sí más vieja-
Reconozco tu paraguas de domingo, refugio de besos,
y bajo esa gabardina reversible, que tan bien te sienta,
sé que escondes el canto de los mirlos,
(brotan por la solapa néctares de nostalgias).
No te quites nunca la gabardina, que es tarde y hace frío
y desabrocharías el seductor latido
que me apresa libremente a tus poemas.


*

4 comentarios:

  1. Y a veces los recuerdos se hacen carne y nos vuelven vestidos de nostalgia con la sonrisa de miel en la boca.

    Besos

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  2. ¿Verdad que sí?y aquí estamos para seguir contando y cantando, eso sí, siempre con una sonrisa... Besos y gracias.

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  3. Qué poesía más hermosa. Me ha sabido a susurro adormecido rezumando mieles y latidos. Muy en tu línea, romántica y sutil. Me encantó.

    Un abrazo, Isabel.

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    1. Me alegra saber que así te llega, amiga Liz, otra cosa no, pero lo del romanticismo no se me cae del papel ni de la vida... Gracias y un beso.

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