jueves, 4 de junio de 2009

Atardeceres del alma






Por querer salir de mi realidad
abracé tu cuerpo desabrigado,
como si pudiera salvarte de esa llaga
que inhóspita te habita.

Te intuí en medio de un vendaval de cristales,
-ilusa desde mi origen-
quise sembrar una estrella en mi árida esperanza,
ahora sé, que nunca podré robarte un beso
ni conquistar tu silbido de ramas.

Desposeída como una ola que jamás te rozará.
Me has enseñado la soledad de siempre
(con amor te acaricio el alma)
secuestrando con la lógica
el horizonte de todos los atardeceres.


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